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La Revolución Mexicana.



La Revolución Mexicana contribuyó enormemente al desarrollo del cine en el país.


Durante la Revolución Mexicana se produjeron películas documentales que relataron el conflicto armado convirtiendo a la Revolución Mexicana en el primer gran acontecimiento histórico totalmente documentado en cine. Nunca antes un evento de tal magnitud había sido registrado en movimiento. La Primera Guerra Mundial, iniciada cuatro años después del conflicto mexicano, fue documentada siguiendo el estilo impuesto por los realizadores mexicanos de la revolución. Pancho Villa financió parcialmente su fuerza por medio de productores estadounidenses que grabaron sus batallas y se dice que "coreografió" la Batalla de Celaya especialmente para su filmación. Otros productores, como los hermanos Alva siguieron a Francisco I. Madero, Jesús H. Abitia acompañaba a la División del Norte y filmaba a Álvaro Obregón y Venustiano Carranza, actualmente todos los rollos de estas filmaciones están supuestamente perdidos.
La vertiente documental y realista fue, por razones claras, la principal manifestación del cine mexicano de la revolución. Aunque el cine de ficción comenzaba a popularizarse en Europa y Norteamérica, el conflicto armado mexicano constituyó la principal programación de las salas de cine nacionales entre 1910 y 1917.
El público se interesaba en estos filmes por su valor noticioso. 
Era una forma de confirmar y dar sentido al cúmulo de informaciones imprecisas, contradictorias e insuficientes, producto de un conflicto armado complejo y largo. Los filmes de la revolución pueden considerarse como antecedentes lejanos de los noticiarios televisivos de hoy en día.
Los cineastas de la revolución procuraban mostrar una visión objetiva de los hechos. Para no tomar partido, los camarógrafos filmaban los preparativos de ambos bandos, hacían converger la acción en la batalla y, en muchos casos, no daban noticia del resultado de ésta. Esto lo hacían debido a la incertidumbre por el curso de los acontecimientos.
Independientemente de las distintas prácticas cinematográficas, la revolución fue para el cine mexicano un evento fotogénico excepcional. Sin lugar a dudas, la estética provocada por este conflicto imprimió su huella en el desarrollo posterior de nuestra cinematografía. Prueba de ello son los filmes de la llamada época de oro que tanto le deben a la revolución en su postura estética.
Durante el gobierno de Carranza se limitaron los filmes acerca de la revolución y el cine de ficción empezó a crecer.
Durante la era post-revolucionaria no fue posible que la industria avanzara, pero durante los años 1930, una vez que la paz y la estabilidad regresaron al país, diversos directores comenzaron a dirigir películas de valía.



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